Merecedor

merecedorConsiente que soy un hijo de Dios, comprendo que merezco el bien que Dios ha preparado para mí. Sí, merezco salud, prosperidad y todas las demas bendiciones del creador.

No tengo que trabajar para ganarmeme esas bendiciones ni me siento culpable al aceptarlas.

El bien es mio por herencia divina, de modo que cuando el bien aparece en mi vida, confío en que es una bendición y lo recibo abiertamente.

Cuando recibo abundantes bendiciones, doy gracias a Dios. Recuerdo y afirmo que toda bendición me ayuda lograr mi destino como su hijo.

Y al abrir mi corazón para recibir cada día con fe y alegría, invito el bien a mi vida.

Fuente : La Palabra Diaria