3 de abril del 2012 - Martes

Fe

El amor de Dios es inmutable e ilimitado.

Nunca estoy separado del amor de Dios. La fe me invita a ver más allá de una situación difícil para reconocer que no estoy solo. Hasta en los momentos más oscuros, una luz constante guía mi camino. Esa luz, esa guía, es el Espíritu.

Mi fe me dice que soy una creación amada. Me insta a reclamar mi herencia y a reconocer con gratitud la Fuente infalible y omnipotente. Gracias al amor de Dios, nada me es retenido. Bien sea que cometa errores o disfrute de grandes éxitos, el amor de Dios es inmutable e ilimitado. Todo lo que busco está disponible al estar receptivo al fluir de las ideas divinas y de la energía sanadora en mí.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, … nos podrá separar del amor de Dios.—Romanos 8:38, 39