5 de septiembre del 2012 - Miércoles

Uno

Soy uno con Dios y con todas las personas.

Todos compartimos un vínculo. Respiramos el mismo aire; sentimos la calidez del mismo sol; compartimos la vida en el mismo planeta. Nuestros caminos están conectados. La comida en mi mesa quizás provenga de una granja cercana o del otro extremo del país o del mundo. De igual manera, la nueva tecnología permite que me comunique con mis seres queridos o con personas que están muy lejos.

Como seres humanos también compartimos sentimientos de felicidad y tristeza, paz y frustración. Somos uno en Dios. Demuestro empatía hacia los demás. Soy comprensivo, compasivo y estoy dispuesto a escuchar. Dondequiera que esté, estoy por siempre vinculado con Dios y con todas las personas.

Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.—Mateo 28:20