10 de Mayo del 2012 - Jueves

Fe

Con fe, “toco el manto” divino.

Un día, a medida que Jesús caminaba entre la gente sanando y predicando, una mujer tocó Su manto y fue sanada de una hemorragia. Ella pensó que el poder personal de Jesús la había sanado, pero Él le recordó que la fe de ella lo había hecho posible.

Sé que con Dios todas las cosas son posibles. En oración y meditación, “toco Su manto” a medida que alineo mi cuerpo, mi corazón y mi mente con el Espíritu divino.

Cada vez que oro mi fe se profundiza. Cada vez que aprecio el bien que se desenvuelve en mi vida y por doquier, mi fe se expande. Cada vez que me dirijo al Dios morador “toco el manto” una vez más.

Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado”. Y la mujer fue salva desde aquella hora.—Mateo 9:22