30 de octubre del 2012 - Martes

Curación
 
La vida de Dios mora en mí.

Calladamente, voy a mi interior por curación. Me centro en la presencia moradora de Dios y visualizo que la luz divina disuelve todo dolor o pesar. La vida de Dios es la esencia misma de mi ser. La vida, la inteligencia y el poder divinos habitan en cada parte de mi cuerpo.

Al elevar mi conciencia para aceptar mi unidad con Dios y con toda vida, soy elevado a la perfección. Cada mañana me despierto con una oración de acción de gracias. A lo largo del día, reconozco la energía de Dios que mora en mí. Mis movimientos mis pensamientos y mis actividades reflejan sólo bienestar. En la noche, me duermo alabando y sintiendo gozo en mi corazón.

Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien.—Salmo 139:14