2 de noviembre del 2012 - Viernes

Prosperidad

La sustancia divina es la fuente  de mi provisión.

Vivo en un mundo abundante. Todo lo que necesito para una vida satisfactoria y completa está disponible para mí. Dios —la esencia de toda Vida— es mi fuente y sustancia. Si pienso que necesito de algo, determino tomar conciencia de la presencia de Dios como sustancia viviente, ideas divinas y potencial ilimitado. Dejo ir cualquier creencia en la escasez o la limitación y doy gracias por lo que tengo. Aun si mi dinero o posesiones parecen insuficientes, los bendigo.

Bendigo mi cuerpo, mi mente y mis talentos. Bendigo a mis amigos y a mis seres queridos. Bendigo el aire que respiro, el sol y la lluvia. Consciente de la provisión infinita de Dios, despierto al bien que me rodea. Soy próspero y bendecido infinitamente.

Al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.—Mateo 25:29