4 de noviembre del 2012 - Domingo

Ayudar a otros

Cada persona es apoyada por el espíritu morador de Dios.

Al profundizar mi fe y mi comprensión, tomo conciencia de que el alma necesita del contacto de los demás. Así como he aprendido a dirigirme a Dios por claridad, permito que otros también lo hagan. Si creo que tengo la responsabilidad del crecimiento o bienestar espiritual de otra persona, oro por ayuda para dejar ir.

Desde mi perspectiva humana, puede parecer imposible que mi ser querido resuelva sus problemas sólo. Mas el espíritu morador de Dios apoya a cada alma —toda alma encuentra lo que necesita. Mi parte, al ayudar a los demás, es tener fe y saber que Dios mora en ellos. Si me corresponde hacer algo, el Espíritu divino me lo revelará. Entretanto, les doy la bendición de mi fe y respeto.

Ciertamente espíritu hay en el hombre y el soplo del Omnipotente lo hace que entienda.—Job 32:8