El entusiasmo es la actitud que manifiesto en todo lo que hago.

En cualquier cosa que haga, ya sea una tarea cotidiana o una aventura nueva, me lleno de energía al saber que dicha acción es parte de mi expresión de vida. Todo lo que hago es parte integral del Espíritu Santo de Vida. Puedo ver cómo la paz y la gracia fluyen por medio de mí hasta en un quehacer sencillo.

Si estoy aprendiendo una destreza nueva o comenzando un proyecto de gran magnitud, puedo confiar en la sabiduría y la fortaleza de Dios en mí. Día a día soy revitalizado con nueva energía. Al expandir mis capacidades con entusiasmo, expando mi expresión de Dios. Lo que puedo lograr gracias al Espíritu divino en mí es ilimitado. ¡Celebro mi vida, y siento entusiasmo y agradecimiento!

En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.—Romanos 12:11