16 de Diciembre de 2016- Viernes

Al meditar en la presencia de Dios en mí, encuentro paz.

Meditación
Una noche después de que Jesús había estado predicando, sus discípulos lo despertaron llenos de pánico porque se había desatado una tormenta. Jesús se despertó y, con una simple orden, calmó los vientos y las aguas. Si las circunstancias externas hacen surgir sentimientos de temor, calmo el caos centrando mi atención en la presencia de Dios en mí y hablando palabras de paz. Cuando me sienta abatido, me detengo, respiro profundamente y determino avivar la paz y el amor divinos en mí. Al dirigir mi mente a Dios, siento que mi cuerpo se relaja, que toda tormenta cesa. Mi respiración y mis pensamientos se armonizan, las aguas de mi mente se apaciguan. Al meditar en Dios, siento profunda paz.

Salmo 89:9
Tú dominas la violencia del mar; cuando sus ondas se agitan, tú las sosiegas