29 de Enero de 2017- Domingo

Vivo partiendo de la verdad de mi ser. Yo soy sano, fuerte y estoy bien.

Curación
He sido creado según la imagen y semejanza del gran Creador. Como tal, la salud perfecta es mi herencia divina. Recuerdo la historia de la mujer que tocó el borde del manto de Jesús e inmediatamente fue sanada. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado”. Tal como ocurrió con esta mujer, la fe me aviva, me sana y me fortalece. Busco y toco a Dios mediante la oración. Afirmo la verdad de la habilidad natural que tiene mi cuerpo para sanarse, y visualizo que una luz radiante y divina obra en mí. Dios establece la manifestación más elevada de mi bien físico. Cada célula es infundida con propiedades creadoras de vida. Soy renovado y revitalizado de la cabeza a los pies. ¡Mi corazón rebosa de gratitud por mi salud y completitud!

Lucas 8:48
Entonces Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz”.