Cuando me preocupa un resultado, afirmo: Orden divino. Estas palabras por sí mismas no cambian nada, mas, al decirlas, me alineo con la vida divina en mí.

Digo las palabras en voz alta o en silencio, y mi mente, corazón y alma las escuchan y responden. Al hacerlo, fomento un vínculo eterno con la divinidad y con el orden del universo. Dejo ir mi percepción de lo que debería suceder para permitir que un resultado divino surja. Avanzo con la certeza de que todo está bien. Continúo con mi día con una sensación de paz, viendo el bien a mi alrededor y apreciando el orden en todas las cosas.

Afirmo orden divino, sabiendo que cualquier reto que aparezca ante mí será resuelto y que encontraré la bendición que encierra.

Job 5:27  La experiencia nos enseña que esto es así; escucha esto, y compruébalo tú mismo