14 de Junio del 2012 - Jueves

Protegido

Vivo y me muevo en la presencia de Dios.

Cuando me preparo para un viaje, planifico con tiempo. ¿Está listo el automóvil o he pedido los boletos? Aún antes de hacer las maletas, oro. Bien sea que viaje por negocios o por placer, sé cuando he orado lo suficiente porque me siento descansado y capaz de superar cualquier estrés.

En mis oraciones, bien sea que esté solo o con familiares y amigos, centro mi atención en la presencia de Dios. Bendigo el automóvil, el avión, el tren, el autobús o el barco en el que voy a viajar, y bendigo a todos aquellos responsables por llevarnos en el viaje.

Mis seres queridos y yo nunca podemos estar fuera de la presencia de Dios. En cualquier momento y en cualquier lugar, vivimos y nos movemos en la presencia de Dios.

Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.—Salmo 91:2