Estoy receptivo al cambio —a explorar nuevas ideas y maneras de hacer las cosas. Al reflexionar acerca de mi ser físico, puede que decida hacer cambios en mi rutina diaria. Tal vez elija comer mejor, hacer ejercicio, descansar más. Pero también puedo beneficiarme de actividades como orar.

En momentos callados de oración, tengo presente la vida de Dios en mí. Esta vida fluye tiernamente y sin esfuerzo por todo mi ser. Al respirar profundamente, estoy consciente de que la vida divina irradia en cada fibra de mi ser. Dejo ir toda preocupación y abro mi mente sólo a pensamientos sanos y positivos. Doy gracias por la renovación que tiene lugar constantemente en mí. Siento una oleada de energía y vitalidad. Yo soy una nueva creación.