Cuando necesito algo más que mi propia opinión o mis pensamientos para solucionar un dilema, me dirijo a mi interior, a la sabiduría divina. Dicha sabiduría divina es una conciencia que eleva y sana; surge como un conocimiento interno que está más allá de mi mente humana.

Cuando invoco la sabiduría divina, mis respuestas surgen espontáneamente, quizás como una idea en una conversación fortuita o en un libro. No existen límites para las maneras cómo mi conocimiento interno puede inspirarme.

En oración, puedo afirmar guía una noche y levantarme con la respuesta clara en mi mente. Lo que quiera que enfrente, mi recurso interno de sabiduría divina provee las respuestas que busco. Yo soy uno con la sabiduría infinita.