La siesta

siestaEn los últimos años han surgido algunos estudios que defienden los efectos beneficiosos de la siesta. Algo típico de los climas cálidos.Se define la siesta como un periodo de descanso establecido en la primera hora de la tarde, de duración limitada, después de la comida, y que interrumpe la actividad diaria.

 

Según los especialistas, "la siesta ofrece diversos beneficios. Supone un momento de descanso y relajación que permite recuperar fuerzas de cara a la tarde, con lo que aumenta de forma significativa el rendimiento. Todos nosotros necesitamos un tiempo de descanso a lo largo del día".

Habitualmente se recomienda un periodo de descanso nocturno de al menos siete horas, aunque existen grandes variaciones individuales. Los reciennacidos pueden llegar a dormir las dos terceras partes del día. Esta duración se reduce de forma progresiva hasta llegar a la fase adulta, acentuándose todavía más en la tercera edad.

El periodo de descanso viene determinado por el ritmo circadiano.

Este biorritmo depende en su mayor parte de factores neurohormonales en los que se han implicado los esteroides endógenos, la melatonina, etc. Dicho biorritmo imprime una mayor actividad a nuestro organismo hacia la mitad de la mañana para ir decreciendo a lo largo de la tarde.

“Después de las comidas, se produce un descenso indudable de nuestra actividad, influido por un fenómeno conocido por todos como el "efecto postpandrial". Se inicia un periodo de digestión que implica el aumento del flujo sanguíneo hacia el territorio gastrointestinal, lo que produce un descenso en la actividad de sistemas del organismo. Este fenómeno, que depende en gran parte del tipo de dieta realizada y de su cantidad, favorece la realización de la siesta", explican los especialistas.

El desarrollo del ritmo circadiano puede estar alterado en personas con enfermedades neurológicas (como el Alzheimer), endocrinológicas o por la acción de fármacos o drogas. Algunas personas poseen un ritmo circadiano irregular y pueden llegar a desarrollar un estado de somnolencia diurno, con una distribución errónea entre el periodo de estar despierto y el sueño. Este fenómeno se observa también en pacientes ingresados en centros hospitalarios.

Efectos de la siesta

La siesta puede tener un efecto sobre el biorritmo. Según los especialistaas, "habitualmente la tensión arterial alcanza las cifras más elevadas después del descanso nocturno. Esta elevación es conocida por el mayor riesgo de eventos cerebrales y cardiovasculares en los pacientes hipertensos".

Durante la siesta la tensión arterial puede reducirse de forma similar a lo que ocurre durante el descanso nocturno. De hecho, algunos estudios confirman una disminución de la repercusión de la tensión arterial sobre el corazón gracias a ese descenso en las cifras. Sin embargo, después de dicho descenso se produce una nueva elevación de la tensión que deberá tenerse en cuenta en las personas que deben controlársela.

En pacientes diabéticos estos cambios de la tensión arterial asociados al biorritmo no se producen, e incluso algunos estudios muestran la ausencia de un descenso de la misma durante la siesta.

Como consecuencia de este descanso, aumenta la capacidad de trabajar y el estado de alerta. En personas adultas en pleno esfuerzo puede resultar beneficioso o incluso recomendable. Sin embargo, pueden haber algunas excepciones. "Para algunas personas la realización de la siesta puede suponer un deterioro de la calidad del periodo de descanso nocturno. Este fenómeno ocurre sobretodo en personas mayores, en quienes la realización de la siesta puede no ser aconsejable si se constata ese efecto perjudicial.

Además el beneficio que se produce sobre el estado de alerta es menos llamativo que con las personas que ejercen actividades de mayor intensidad o esfuerzo. Por ello, algunos estudios llegan a desaconsejar la realización de la siesta en personas ancianas, hipertensas y con factores de riesgo cardiovascular".

Tipos de sueño

Durante ese periodo de descanso se adquiere un sueño que en ningún momento llega a ser profundo. El sueño permite una desconexión de la conciencia que se relaciona con el descanso necesario para retomar una actividad. Se produce una progresiva desconexión de los sistemas implicados en el estado de estar despierto, mientras se van activando los responsables del sueño.

Según explican los especialistas, "existen diversos centros neurológicos responsables del sueño, situados en la protuberancia del tronco cerebral. Durante el periodo de estar despierto están inhibidos, pero a medida que se inicia el sueño esta inhibición se va reduciendo comenzando la primera fase del sueño, denominada fase no-REM. Es una fase en el umbral de estar despierto y el sueño, que puede ser influida por la acción de estímulos externos (ruidos) o internos (contracciones musculares)".

Si el sueño se hace más profundo, la actividad de esos centros es máxima, con lo que se inicia la segunda fase o fase REM. En esta fase de sueño profundo aparecen los movimientos oculares rápidos. Existe una relajación completa muscular menos a nivel ocular, expresión de la intensa actividad neuronal que se está produciendo (es la etapa de los sueños). Estas fases no REM/REM se repiten a lo largo de la noche en varios ciclos. El paso de la fase no-REM a la más profunda puede tardar unos 30 ó 40 minutos, aunque en situaciones de cansancio intenso puede producirse este tránsito más rápidamente.

“Durante la siesta, es conveniente no llegar a la fase REM del sueño. Si llegamos al sueño profundo y nos despertamos, tendremos una sensación de aturdimiento que nos resultará desagradable de cara al trabajo. Por ello se recomienda que la siesta no supere los cuarenta y cinco minutos. En este sentido, algunos estudios incluso defienden una duración del descanso de quince minutos", consideran los especialistas.

Consulte a su médico.

Fuente : Pulevasalud