31 de marzo del 2013 - Domingo

Consuelo

El amor y la paz de Dios me consuelan.

Cuando busco consuelo, me dirijo a mi interior y escucho lo que mi corazón me dice. Este me asegura que Dios está conmigo, fortaleciéndome siempre.

La paz me inunda y alivia mi alma.

Mi corazón también, es consolado al saber que mis seres queridos están al cuidado de Dios.

Bien sea en la habitación contigua, en un país lejano o ya no en el plano físico, ellos están envueltos en el amor divino.

Aunque mis seres queridos estén más allá de mi vista, están conmigo en espíritu, y nunca más allá del alcance de mis oraciones.

Soy consolado al saber que ni el tiempo, ni la distancia, ni la separación física pueden disminuir nuestro vínculo de alma y corazón.

El amor divino nos une ahora y por siempre.

Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. —2 Tesalonicenses 3:16