Estoy inmerso en el amor de Dios.
Consuelo
En momento de pesar o tristeza, quizás me dirija a mis fuentes de consuelo familiares: comidas favoritas, amigos amorosos o me regale algo; mas para consuelo duradero me dirijo a Dios.
Reposo en su amor. Tranquilamente dejo ir mis preocupaciones.
En el silencio regreso a la verdad: el deseo de Dios para mi vida es siempre lo mejor y más elevado, lo que más anhelo.
Cierro los ojos, respiro profunda y lentamente y siento la presencia consoladora del Espíritu.
Mi corazón se llena de la calidez del amor de Dios. Cualquier preocupación que pueda tener se disipa, y mi fe es fortalecida.
Estoy inmerso en el amor infalible del Espíritu.
Descanso seguro de que soy valorado, guiado y protegido por mi Creador.
Juan 14:16
“Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre”