17 de Octubre de 2015- Sabado

Aquieto mi mente y avivo mi paz interna.
Meditación

Mi meditación puede comenzar con la lectura del mensaje de La Palabra Diaria. Cierro los ojos y repito calladamente la afirmación del día. Si mi mente divaga, traigo mi atención de nuevo a la afirmación. Esta práctica determina y afianza mi intención para el día.

Otras veces, puedo meditar enfocando la atención en mi respiración. Si surgen pensamientos, los observo y regreso a mi respiración. Una presencia de luz en lo profundo de mi ser me guía a mi espacio interno de reposo. En mi centro espiritual, nada perturba la paz de mi alma.

De cualquier manera como elija meditar me vinculo con el Cristo en mí. Dejo ir y confío en el desarrollo de mi naturaleza verdadera.

Salmo 19:14 
“Tú, Señor, eres mi roca y mi redentor; ¡agrádate de mis palabras y de mis pensamientos!”