Ya sea que afronte retos o mi vida sea tal como deseo, el potencial para ser feliz está siempre en mí —es parte de mi naturaleza espiritual. Al desarrollar mi fe y confianza, siento más gozo. Éste surge de mi conciencia de Dios.

Hago espacio para la alegría cuando dejo ir aquellos pensamientos que falsamente afirman que sólo puedo ser feliz en un futuro: cuando las cuentas estén pagadas, cuando encuentre mi pareja o haya logrado un objetivo en particular. El gozo no depende de los cambios, logros o condiciones externas. Hoy sustento el don del gozo, su poder restaurador y su influencia edificante. Reconozco el potencial para ser feliz.