23 de agosto del 2012 - Jueves

Gracia

La gracia de Dios me renueva, revitaliza y edifica.

Una de las cargas más pesadas que ponemos en nuestros hombros es la autocondenación: culparnos por errores reales o percibidos. Cuando llevamos tal carga, nuestro crecimiento espiritual es truncado.

Podemos reconocer nuestros errores y deficiencias y, cuando posible, hacer algo al respecto. Mas una vez que lo hemos hecho, debemos perdonarnos.

Con un corazón humilde hemos de permitir que la gracia de Dios sane cualquier sentimiento de culpa que pueda quedar. La ley de la gracia es: “Perdona, y serás perdonado”. Sólo cuando nos perdonamos a nosotros mismos abrimos un canal para que la gracia de Dios nos renueve, revitalice y edifique.

Mi siervo tendrá éxito, será levantado y puesto muy alto.—Isaías 52:13