Colesterol y Arteriosclerosis
El colesterol es una grasa que normalmente es producida por el organismo, especialmente por el hígado, si bien el mayor aumento del colesterol en la sangre se debe al consumo de productos de origen animal.
Los problemas relativos al colesterol comienzan cuando los niveles en sangre superan el valor de 200 mg % (en el adulto). Este valor es relativo, de todas maneras, ya que puede estar aumentado el llamado colesterol “malo”, mientras el colesterol total permanece normal. Con el paso del tiempo este exceso de colesterol en la sangre se deposita en las paredes de las arterias, formando un material amarillento denominado placa ateromatosa.
Junto con la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad y otros factores de riesgo, determinan el desarrollo de la obstrucción arterial, conocida como aterosclerosis.
El colesterol es transportado en la sangre por una sustancia llamada lipoproteína. Esta a su vez pude ser LDL (lipoproteína de baja densidad) o HDL (lipoproteína de alta densidad). Las primeras “ensucian” y “taponan” las arterias, por eso se lo considera colesterol “malo”. Las segundas “barren” el colesterol del torrente sanguíneo y lo transportan hasta el hígado.
Los niveles altos de HDL son indicios de que el sistema de “barrido y limpieza” funciona correctamente, es decir, cuanto más elevado esté el colesterol “bueno”.
Los triglicéridos son sustancias que el organismo utiliza como energía, y el exceso se almacena como grasa corporal. Es otro elemento que en niveles elevados tienen gran capacidad de ocluir arterias.
Cuando la dieta no es suficiente para controlar los niveles de colesterol y triglicéridos, en particular cuando se asocia a otros factores de riesgo, resulta peligroso someter a las arterias a semejante daño.
Debido a eso es necesario recurrir a fármacos que sean capaces de reducir el nivel de los lípidos y el riesgo potencial de desarrollo de aterosclerosis.