Libros de Autoayuda

mujer leyendoDesde sus orígenes la humanidad ha buscado soluciones mágicas a sus problemas, angustias y temores. Y desde entonces los vendedores de ilusiones han ofrecido recetas sencillas para todo. Una de ellas, la llamada literatura de autoayuda, que bate marcas de ventas.

Estos libros son una respuesta ilusoria para las necesidades más apremiantes de la gente: vacío existencial, la autoestima menoscabada por una infancia maltratada, pasando por sentimientos de culpa, inmadurez emocional, inhibiciones, inseguridad, trastornos del afecto y del carácter, insatisfacción y hasta fallas sicóticas.

Estas obras son, "la panacea universal" o "la felicidad al alcance de todos". A los autores no les interesa si las personas a quienes se dirigen sus escritos o los seminarios, son similares o diferentes entre sí. El estribillo comercial es: "La misma talla les sirve a todos".
    
Aplican a todo el mundo la misma receta. La diversidad de problemas, circunstancias personales y la enorme variabilidad sicopatológica entre un individuo y otro, no les interesa. No tienen en cuenta que cada ser humano es único e irrepetible, y cada circunstancia vital es diferente de la otra.
 
A los vendedores de ilusiones no les interesa evaluar los resultados de sus propuestas. Sólo advierten sobre los cambios que tendrán lugar en un tiempo relativamente corto si se siguen al pie de la letra sus instrucciones. Con eso se quiere dar la impresión de gran universalidad, profundidad y coherencia.

Los adeptos a estos temas buscan disminuir inconfesables sentimientos de culpa a través de la expiación, que es justamente eso: borrar las culpas. Paradójicamente, muchos de estos programas manipulan a la gente a través del pecado y la culpa.

Cada persona puede hacer de su vida felicidad o penumbra, todo ser humano esta en la capacidad de organizar su criterio de vida y además todos tenemos las herramientas necesarias para crecer o estancarse a nivel de motivación.

Debe recordarse que la gente buena es siempre buena y la gente mala es mala, hasta el final. Sentir rabia es un justo derecho y reclamar a quien corresponde es lo mínimo que pueden hacer las personas que han sido lesionadas.
    
Los sentimientos de culpa no se disuelven con pañitos de agua tibia o con mentiras piadosas. Si no se tratan adecuadamente es decir, permitiendo la libre expresión de la rabia y todos los sentimientos negativos esos alivios serán pasajeros.

La rabia es un sentimiento saludable. Quien es capaz de expresarla abierta y justamente, establece una relación más honesta y clara con los que lo rodean, vive más sanamente y no acumula rencores. La rabia reprimida está asociada a la miseria humana, a la humillación y a una multitud de síntomas y enfermedades físicas y mentales.

Otros se desencantan y tratan de llenar sus vacíos con algo diferente. Los menos afortunados caen en profundas depresiones como consecuencia de la desilusión y su vida se complica mucho más que cuando comenzaron a buscar el cambio mágico en los libros de autoayuda. Cambio que nunca apareció.

Fuente : El País

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