Sofocos en la menopausia

sofocos menopausiaEste período llamado postmenopáusico está condicionado por el cese definitivo del funcionamiento ovárico (ausencia de menstruación). De hecho, el ovario postmenopáusico no dispone de folículos, y su secreción de hormonas está prácticamente abolida. Esta época se caracteriza, fundamentalmente, por una falta de estrógenos (hipoestrogenismo) que condiciona la aparición de unos síntomas característicos.

 

Simultáneamente al descenso de estrógenos, el hipotálamo y la hipófisis reaccionan incrementando su producción de gonadotropinas, FSH (hormona foliculoestimulante) y LH (hormona luteinizante) para generar un estímulo mayor sobre el ovario con el fin de que éste secrete más estrógenos. Pero el ovario, al no disponer de folículos, no puede responder. Es entonces cuando la mujer entra en el periodo postmenopáusico.

Los síntomas vasomotores (sofocos, sudores...) tienden a aparecer poco a poco, y aumentan a medida que disminuyen los estrógenos en la sangre. Estos síntomas pueden comenzar antes del cese definitivo de las menstruaciones y aumentan de intensidad cuando se produce la menopausia (cese de la función ovárica), y al contrario de lo que sucede con otras manifestaciones de la menopausia, que se incrementan con el tiempo, se mantienen durante un período de dos o tres años y después disminuyen progresivamente hasta desaparecer por completo.

¿Por qué aparecen los sofocos?

Su mecanismo de producción no se conoce con precisión. Su aparición parece estar relacionada con las bruscas variaciones hormonales típicas de esta época. Constituyen la queja más común y frecuente que refieren las mujeres, y por la que suelen acudir al médico en busca de ayuda.

Estas sofocaciones afectan al 80% de las mujeres menopáusicas, y a un 25-50% de ellas les duran 5 años o más. Son bastante variables en frecuencia, intensidad y duración. Las mujeres perciben estas sofocaciones como "una sensación súbita de calor intenso en cara, cuello y pecho que se acompaña de enrojecimiento cutáneo difuso o localizado, episodios de sudoración y a veces de aceleración del ritmo cardíaco".

Su duración es muy variable, con inicios y finales súbitos que se pueden repetir varias veces al día e incluso por la noche, lo que se traduce en dificultad para conciliar el sueño (insomnio). Tras los sofocos suelen presentarse escalofríos y sudoración profusa.

Aunque estos sofocos no son peligrosos pueden provocar muchas molestias a las mujeres, hasta el punto de que a muchas de ellas les impide realizar sus actividades diarias con normalidad.

¿Qué es un sofoco?

El sofoco, el sudor nocturno o, en general, los síntomas vasomotores son muy difíciles de definir, debido a su tremenda variabilidad. Cada mujer experimenta y siente el sofoco de una manera diferente. Asimismo, hay mujeres que tienen muchos sofocos y otras que nunca han tenido ninguno.

En términos generales, el sofoco es una repentina y transitoria sensación de calor que nace en el tórax y cuello, sube a la cara y posteriormente se distribuye por el resto del cuerpo. Se acompaña de enrojecimiento y sudor, y muy a menudo va seguido de una sensación de frío. En ocasiones hay palpitaciones, ansiedad, sensación de presión en la cabeza y pecho, de ardor, de ahogo, náuseas, y dificultad para la concentración.

Características de los sofocos

Pueden existir mujeres con un solo sofoco al mes frente a otras que padezcan uno cada media hora. La mayoría de ellas tienen sofocos esporádicos y moderados; sin embargo, la estadística dice que entre un 10 y un 15% de mujeres padece sofocos frecuentes y severos.

A lo largo del tiempo los sofocos varían. En muchas ocasiones se presentan inicialmente por la noche, aunque después suceden también de día. Su frecuencia va disminuyendo progresivamente.

Un sofoco puede durar entre 3 y 6 minutos; en ocasiones pueden ser de menor duración, aunque también se han descrito sofocos de más de 30 minutos.

La mayoría de las veces este tipo de episodios se mantiene entre 6 meses y 2 años, pero, como hemos dicho, algunas mujeres pueden padecerlos durante 15-25 años o incluso 40.

Con frecuencia la aparición de los sofocos es espontánea, pero pueden existir factores desencadenantes que los provoquen, tales como estrés, temperatura húmeda y caliente, un espacio cerrado, o la ingestión de café, alcohol y comida con especias.

Causas de los sofocos

Existen muchas teorías acerca del motivo o motivos desencadenantes de la aparición de los sofocos, pero la realidad es que no se conocen todavía. Lo que sí está confirmada es su relación con la bajada de las hormonas femeninas: los estrógenos.

Las secuencias clínicas que caracterizan a los sofocos parecen responder a una alteración del control regulador de la temperatura, situado en la zona cerebral hipotalámica. Un factor desconocido debe activar el mecanismo de la pérdida de calor que va acompañado de una dilatación de los vasos sanguíneos y sudor; posteriormente se estimula el mecanismo de conservación del calor con vasoconstricción y escalofríos.

En otras palabras, cuando comienza un sofoco el cuerpo intenta perder calor, necesita enfriarse, y responde bajando su temperatura. Después de conseguirlo recupera el estado normal para conservar y mantener la temperatura.

Síntomas

Muchas mujeres presienten la llegada de un sofoco. Es un episodio típicamente nocturno que las lleva a despertarse para inmediatamente después sentir el sofoco.

Cuando se inicia el sofoco, se produce un aumento de la frecuencia del ritmo cardíaco y del flujo de sangre que llega a la piel; inmediatamente la mujer percibe una gran sudoración, sobre todo por la parte superior del cuerpo, y comienza a notar calor. La sangre continúa afluyendo abundantemente a la piel y la frecuencia cardíaca se acelera de 5 a 30 latidos por minuto; la temperatura de la piel sube, sobre todo la de los dedos de las manos y pies, y el sudor permanece; posteriormente la sudoración empieza a evaporarse y la piel se enfría otra vez.

Tratamiento para los sofocos
Es importante que la mujer que está preocupada por este tipo de episodios conozca lo que está sucediendo en su cuerpo, ya que de esta manera los podrá controlar mejor. Asimismo las mujeres que tienen sofocos deberán conocer los diversos factores que pueden precipitarlos y contribuir así a evitarlos.

El mejor tratamiento para los sofocos lo constituyen las hormonas sustitutivas, es decir, los estrógenos y los estrógenos con la progesterona. También existen otros productos no hormonales que mejoran los sofocos.

Existen otras alternativas que han demostrado su eficacia en el alivio de los sofocos, como tener un ambiente más bien frío en la habitación y evitar los ambientes calurosos. Los ejercicios regulares también reducen los sofocos. Los ejercicios de relajación muscular pueden disminuirlos hasta en un 40%, así como alguna técnica de acupuntura.

Fuente : Internet

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