28 de septiembre del 2012 - Viernes
Curación
La vida divina rejuvenece mi ser: alma, mente y cuerpo.
Las heridas físicas sanan de adentro hacia afuera. La renovación física ocurre a medida que las células y los tejidos se regeneran. Yo también sano de adentro hacia afuera. Recibo con beneplácito el amor y la gracia de Dios, los cuales propician mi curación. Al estar receptivo al amor y a la aceptación, mi renovación comienza.
Como la curación física, la curación espiritual puede tener lugar en etapas. Soy tierno conmigo mismo y confío en Dios y en el poder de la vida divina. Mi “receta” para la curación puede incluir el perdonarme y perdonar a los demás. Quizás requiera comprensión y tolerancia. Recibo todo lo que necesito. La vida divina rejuvenece mi ser y me guía a la plenitud de mente, cuerpo y espíritu.
El Señor es mi pastor; nada me falta. En campos de verdes pastos me hace descansar.—Salmo 23:1-2