Mi belleza es tanto interna como externa.

Rodearme de belleza aviva y nutre mi alma. Puedo añadir belleza a mi hogar con flores frescas o embellecer mi apariencia con ropa elegante. Sin embargo, existe una belleza interna más profunda que la que puedo ver. Puedo compartir mi belleza interna por medio de las palabras e intenciones positivas. Me paro frente al espejo y afirmo: Poseo belleza interna y externa. Para ampliar mis perspectivas, enfoco la atención en el lado positivo de las cosas.

Mientras más enfoco mi atención en la belleza interna, más atraigo expresiones hermosas en mi vida. Gracias a esta conciencia elevada, transmito paz, armonía y orden. ¡Mi mundo es significativo, glorioso y hermoso!

¡Cuán hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas! Los pies del que anuncia la paz, del que trae buenas noticias.—Isaías 52:7