12 de diciembre del 2012 - Miércoles
Libertad
Tal vez algunas situaciones en mi vida —bien sean políticas, sociales, económicas o físicas— parezcan impuestas. Sin embargo, encuentro alivio al darme cuenta de que no importa lo restrictivo de la condición, en mi centro espiritual ¡soy libre e ilimitado! No hay cadenas que me aten.
Si he limitado mi libertad innata con un comportamiento restrictivo que no es productivo, recuerdo que nada puede disminuir el esplendor glorioso de Dios en mí. Reconozco mi unidad con la energía ilimitada de Dios, y elijo de nuevo en favor de la libertad.
Soy libre para ejercitar mi poder sin importar lo que ocurra a mi alrededor. Afirmo: Dios es libre, ilimitado y sin ataduras —¡y yo también!
La creación misma será libertada de la esclavitud. —Romanos 8:21