1 de febrero del 2013 - Viernes
Cuando entro en oración, no oro por fe. ¡Mi oración indica que ya tengo fe! Reclamo esa fe al afirmar: ¡Ningún reto tiene poder sobre mí! El poder y la fortaleza de Dios en mí cambia, da forma e ilumina todos los aspectos de esta situación para hacer mi camino claro.
La impaciencia, la duda o el escepticismo de los demás no me afecta. Pongo mis pies fuertemente en la Verdad —¡me paro firmemente en la fe!