16 de febrero del 2013 - Sábado
Paz interna
Respiro profundamente y, al repetir este proceso, siento que toda ansiedad e incertidumbre se disipan. Libero la tensión del cuello, los hombros, los brazos y todo mi cuerpo —hasta los dedos de los pies. Entro en un oasis de paz, mis pensamientos se sosiegan y siento mi unidad con Dios.
Mi tiempo a solas con Dios me fortalece. Externamente, puede que esté rodeado de las exigencias de la familia y del trabajo, mas a medida que mi mente deja ir, la paz llena mi alma. Siento el amor de Dios, y descanso en la verdad de que todo está bien. Mi mente se aclara y mi corazón se aquieta. Dondequiera que esté, la paz mora en el centro de mi ser. Me siento sano y listo para continuar mi día.
Señor, tú me has examinado y me conoces … ¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu?—Salmo 139:1, 7