28 de Julio de 2013 - Domingo
Descanso y abro mi corazón al eterno amor de Dios que todo lo abarca.
Amor eterno
El amor de Dios nunca fluctúa. Sin embargo, quizás haya momentos en los que cierro mi corazón a la presencia del amor divino.
Tal vez sienta o crea que no merezco amor, o a lo mejor mi corazón se ha endurecido por la ira o el resentimiento.
Puede que piense que debo lograr cierta meta para sentir que soy una creación amada de Dios.
Mas ahora voy más allá de estas barreras, respiro profundamente y recuerdo que siempre cuento con el amor divino. En este momento, la gracia de Dios trasciende cualquier idea limitada o restrictiva de que no merezco el bien que deseo. Con gratitud, permito que la bondad de Dios fluya libremente en mí y por medio de mí, sanando y transformando no solo a mí sino al mundo entero.
–Jeremías 31:3
“Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad”.