14 de Mayo de 2014- Miercoles
Afirmo el bien de Dios, sabiendo que todo está bien.
Orar por otros
La oración me vincula con la presencia y el poder de Dios en mí y en los demás. Una oración de corazón es el primer regalo que ofrezco a un amigo o un familiar que enfrenta un reto.
Si recibo noticias de que un ser querido necesita oración, comienzo el proceso al alinear mi mente y corazón con Dios. Despierto a la presencia de la paz, salud, abundancia y fortaleza en mí. Mi oración reconoce y afirma estas mismas cualidades en la persona por quien oro. Concluyo mi tiempo sagrado de oración con gratitud, dejando ir cualquier apego a resultados específicos.
La Presencia divina sabe mejor que yo lo que necesitan los demás, y satisface esas necesidades de la mejor manera posible. Doy gracias por el poder de la oración.
1 Tesalonicenses 5:25
“Hermanos, oren por nosotros”.