10 de Julio de 2014- Jueves
Uno con el Espíritu, recibo consuelo.
Consuelo
El amor de Dios es el bálsamo sanador que alivia mi dolor. Cualquier herida de mente, cuerpo o espíritu es confortada y sanada por la presencia de Dios. Solo necesito poner mi atención en esa Presencia en mí. Aun cuando siento pesar o dolor sé que no estoy solo.
Si un desafío surge en mi vida, Dios manifiesta lo que necesito: sabiduría, fortaleza y apoyo. Soy guiado con facilidad a superar la situación poco a poco. La presencia de Dios aviva mi certeza de que estoy seguro y a salvo. Dios está siempre presente, en cada aliento que tomo y en cada latido de mi corazón. Ningún pensamiento ni experiencia pueden separarnos jamás. Uno con el Espíritu, soy consolado plenamente.
Salmo 46:1
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”