7 de Septiembre de 2014- Domingo
Oro por otros partiendo de mi conciencia de Dios.
Orar por otros.
Cada día tomo el tiempo necesario para orar por otros –por mis seres queridos, por mi oportunidad y por todos–.
En vez de permitir que los acontecimientos me preocupen, elijo confiar en Dios. Comienzo mi oración alineando mis pensamientos con la conciencia de Dios. Aquieto mi mente, centro la atención en mi corazón y respiro profunda y sosegadamente.
Veo a aquellos por quienes oro envueltos en el amor de Dios. Visualizo que la paz fluye en sus vidas.
El Espíritu divino, el Espíritu de Dios, siempre presente y activo, sana y restaura, estableciendo balance y armonía en mi vida y la vida de los demás. Al afirmar el mayor bien para los demás, veo que los resultados afables surgen. Confío en Dios y todo está bien.
Filipenses 4:6
“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también”.