22 de Noviembre de 2014- Sabado
Nunca estoy solo; Dios siempre está conmigo.
Juntos
Dondequiera y con quienquiera que esté, Dios está allí. El Espíritu siempre está conmigo. Cuando camino por un bosque, me siento a la orilla de un arroyo o escucho el canto hermoso de un pájaro, siento la presencia divina.
Si alguna vez me siento separado de los demás, presto atención y examino si es que albergo juicios o comparaciones. De ser así, los dejo ir, recuerdo la verdad y afirmo: soy uno con Dios y con todas las personas. Veo todo de manera afable y gentil. Reconozco y aprecio al Espíritu que se expresa en la gente a mi alrededor. Siento mi unidad con los demás y con toda expresión de vida. Todo lo que existe comparte la misma divinidad: somos uno en Dios.
Marcos 10:9
“Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.