03 de Febrero de 2015- Martes
Consolado por la gracia y el amor divinos, ofrezco consuelo a otros.
Consuelo
Estoy receptivo al amor del Espíritu en los tiempos buenos y en los difíciles. Descanso en esta presencia y permito que alivie mis emociones y dé paz a mi alma. En la calidez del Amor Divino me siento fortalecido, seguro y en paz. Soy uno con Dios. Sé que el Espíritu está activo en mí y en quienes amo. Soy un canal por medio del cual la divinidad fluye. Al ayudar a otros, confío en que Dios guía mis palabras y acciones para hacerme un instrumento de compasión. Tal vez esté cerca y pueda dar una mano, un abrazo u ofrecer cuidado y apoyo. Si estoy a millas de distancia, mantengo a las personas en mi corazón. Así como Dios me consuela, yo ofrezco consuelo a otros.
2 Tesalonicenses 2: 16-17
“Que nuestro Señor Jesucristo mismo, y nuestro Dios y Padre... les infunda ánimo en el corazón”.