14 de Marzo de 2015- Sabado
Experimento mi unidad con Dios.
Realización
Al concentrarme en el pensamiento “Dios y yo somos uno”, profundiza mi conciencia de unidad. Callado y alineado con el Espíritu, siento su vibración y energía. Una presencia poderosa y silenciosa se aviva en mí, la cual puedo utilizar para crear, servir y lograr grandes cosas.
Bajo mis pensamientos cotidianos, un poder emergente crece en mí. Experimento esta presencia interna, primero como luz, elevación y paz; luego como un conocimiento profundo.
En un lugar puro del ser, más allá del tiempo y el espacio, me doy cuenta de que el Espíritu y yo somos uno.
Mi estado natural es de unidad con Dios.
Salmo 62:5. Alma mía, en Dios solamente reposa,Porque de él es mi esperanza.