9 de Abril de 2015- Jueves
La luz divina en mí ilumina la oscuridad y disipa todo temor.
Protegido
Así como un niño teme la oscuridad, puede que a veces yo sienta con la misma intensidad. Algunas situaciones en mi vida pueden parecer oscuras y aterradoras. Mas al hacer una pausa para orar, encuentro de nuevo la luz, y el temor se desvanece en la nada.
Del mismo modo como consolaría a un niño asustado, acudo a la luz para que me revele que todo está bien. Invoco a Jesús para que sea una presencia guiadora mientras encuentro el camino hacia la luz de mi Cristo morador. Su resplandor infiltra, infunde y rodea todo mi ser. Gracias al poder de mis oraciones, la luz divina disipa la oscuridad, y me doy cuenta de que todo realmente está bien.
Génesis 1:3-4
“Dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas”.