13 de Mayo de 2015- Miercoles
Siembro semillas espirituales, y tengo fe en que crecerán.
Fe
Cuando tengo en la mano una semilla de tomate, no puedo ver la planta en la que se convertirá, mas tengo fe en su potencial. Planto la semilla en suelo fértil y me aseguro de que tenga luz y agua. También arranco las malas hierbas a su alrededor. Con el tiempo, ¡mi fe es recompensada con un tomate jugoso y maduro!
Las mismas leyes naturales se aplican a mi vida. Si deseo más amor, paz o prosperidad, he de sembrar las semillas correspondientes. Mis semillas son mis pensamientos, palabras y acciones. No las llevo en las manos, sino en el corazón. Tengo fe en las semillas que siembro. Cuido de ellas y les doy tiempo para que crezcan. Mi fe es recompensada según cosecho los deseos de mi corazón.
Hebreos 11:1
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.