29 de Mayo de 2015- Viernes
El amor de Dios fluye como un manantial eterno.
Manantial eterno
En el relato bíblico de la samaritana, leemos que ella le pidió a Jesús que le diera agua que calmara su sed para siempre. Como ella, puede que yo haya ido al pozo llenando un cubo una y otra vez tratando de satisfacer mis necesidades en el mundo externo. Con el tiempo, aprendí que hacerlo solo me dejaba más sediento.
Hoy sé que solo el amor de Dios -mi manantial de gozo- me satisfará eternamente. A veces, puede que busque de nuevo satisfacción externa. De ser así, voy a mi interior. Me alimento por medio de la oración, la meditación o hablando con un amigo compasivo. Mi atención permanece en mi deseo de conocer a Dios. El Espíritu fluye como un manantial eterno en mí.
Juan 4:15
“Dame esa agua, para que no tenga ya sed ni venga aquí a sacarla”