07 de Junio de 2015- Domingo
Mis ojos están abiertos a las bendiciones ilimitadas de Dios.
Bendiciones abundantes
Las bendiciones de Dios se multiplican cuando abro mis ojos a ellas. Veo y experimento bendiciones divinas cada día. Algunas de ellas son sutiles, como cuando me encuentro con un amigo a quien no había visto en mucho tiempo o consigo el regalo perfecto para alguien. Otras son más significativas: recibir una promoción, casarse o celebrar el nacimiento de un niño.
Las bendiciones de Dios están por doquier, mi parte es estar receptivo a ellas permaneciendo consciente a la actividad de Dios en mi vida y manteniendo una actitud de gratitud. Gracias a mi conciencia de la bondad de Dios, encuentro felicidad en las cosas pequeñas y gozo en las grandes. ¡Gracias, Dios, por bendiciones abundantes!
Salmo 144:15
“¡Feliz el pueblo que tiene todo esto! ¡Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!”.