06 de Agosto de 2015- Jueves
Estoy receptivo a mi bien.
Receptividad
La esencia y los atributos de Dios están disponibles para mí siempre. A veces, quizás no los perciba y piense que he de enfrentar los retos y las responsabilidades solo.
Sin embargo, lo único que la inspiración necesita es mi receptividad.
Puede que esta llegue a través de una canción, las palabras de un amigo o las travesuras de un niño.
Siento que tocan la puerta de mi corazón, y aparto mi atención de los problemas y la fijo en Dios.
Gracias a mi receptividad, abro el fluir del bien y recibo las respuestas que busco.
Veo con mayor claridad y reconozco y acepto la guía de la mente divina.
Mi día fluye sin tropiezos y logro lo que necesito hacer apaciblemente.
Siento confianza y seguridad en mí mismo.
Juan 9:25-26
“Yo era ciego y ahora veo”. Volvieron a decirle: “¿Pero qué te hizo? ¿Como te abrió los ojos?