12 de Noviembre de 2015- Jueves
La vida sanadora renueva todo mi ser.
Curación
Siento gratitud por el regalo de salud perfecta que Dios me ha dado. Si me siento descorazonado o impaciente mientras me recupero de una enfermedad, me dirijo a mi interior para orar. Allí encuentro que el Espíritu mantiene la alta vigilia por mí.
Comienzo mi momento de oración respirando profundamente. Con cada aliento siento que me conecto con todo mi cuerpo. Visualizo que cada inhalación brinda oxígeno y salud a cada célula, y que cada exhalación me ayuda a dejar ir todo lo que no refleja salud.
Percibo cómo este aliento sanador se mueve por todo mi cuerpo. Invoco mi patrón divino de salud. Si cualquier sentimiento de enfermedad surge, regreso a mi respiración. Inhalo bienestar y dejo ir preocupación.
Salmo 30:2
“Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste”