28 de Febrero de 2016- Domingo
Estoy lleno de la vitalidad de Dios.
Vivo
En momentos callados de oración o momentos gozosos de juego, puede que experimente un destello de conciencia profunda acerca de mi unidad con Dios. Mis sentidos están más agudos y mi cuerpo se llena de energía. Reconozco mi unidad no solo con Dios, sino con todos los seres. Imagino que Jesús y los otros maestros sintieron esta conciencia de vitalidad y vida día a día.
Practico vivir intencionalmente en esta conciencia. Cada día visualizo que toda célula de mi cuerpo es infundida con luz y vigor. Digo palabras de energía, poder y vida, sabiendo que ellas fluyen por medio de mí y me revitalizan. Al despertar a una comprensión más profunda de la vida, nazco de nuevo en cuerpo, mente y espíritu.
Génesis 2:7
Del polvo de la tierra Dios, el Señor, formó al hombre e infundió en su nariz aliento de vida.