23 de Agosto de 2016- Miercoles
Me comprometo a expresiones más elevadas de lenguaje, pensamiento y acción.
Hábitos nuevos
Aristóteles enseñó: “Somos lo que hacemos repetidamente. Entonces, la excelencia no es un acto, sino un hábito”. Para ser la mejor expresión del Cristo, examino mis comportamientos y rutinas. Donde sea necesario reemplazo hábitos que no son sanos con unos que afirmen vida. Si encuentro que me quejo frecuentemente, hago un esfuerzo consciente para expresar gratitud. Si he caído en rutinas mecánicas, tales como comer golosinas o ver televisión todo el día, incluyo una actividad nueva, tal como caminar, leer, orar o meditar. Al reemplazar hábitos inefectivos con otros más constructivos, me siento más contento, sereno y positivo; más a tono con mi ser verdadero.
1 Timoteo 4:15
Ocúpate en estas cosas, y permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos.