07 de Octubre de 2016- Viernes
El amor de Dios alivia mi alma. Soy consolado.
Consuelo
La preocupación puede hacer que me sienta descorazonado y añorando consuelo. Al orar, bien sea que lo haga por los demás o por mí, recuerdo que nunca estoy solo. Dios es mi ayuda constante en toda necesidad. Tomo un momento ahora para ir a mi interior, a la presencia del Espíritu divino que calma y alivia. Reconozco que Dios es omnipresente. Cualquier pensamiento de ansiedad se disipa en la Presencia divina.
También existen momentos en los que siento la necesidad del consuelo humano. Un toque cálido, un abrazo sincero o la sonrisa de un amigo me brinda aliento. Descanso en la verdad de que soy amado y apoyado. Dios se expresa de muchas maneras para ofrecerme consuelo. Estoy en paz.
Proverbios 3:5
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia