La sabiduría es el susurro de mi corazón, mi brújula interna, que me guía hacia mi bien. Cuando las personas en mi vida tratan de guiarme dándome consejo o compartiendo lo que han aprendido en su experiencia de vida, recuerdo que ya tengo el recurso más grande de todo en mí. Mi poder de sabiduría siempre me dirigirá.

Si cuestiono la dirección que he tomado, uso mi don de sabiduría para intuir la mejor manera de proceder. Con cada paso hacia adelante, siento que mi decisión fue la correcta. Escucho a mi sabiduría y permito que me guíe. Desde las personas con quienes elijo pasar mi tiempo hasta las maneras en que utilizo mis recursos, tomo decisiones que enriquecen mi vida y las vidas de otros.