Las historias bíblicas cuentan de muchas personas quienes dejaron sus trabajos y hogares para seguir a Jesús. Ellas fueron inspiradas por sus palabras y su autoridad espiritual.

Por haber sido creado por Dios, estoy equipado con el mismo poder divino que Jesús tenía. Yo también puedo sostenerme en mi autoridad espiritual cuando estoy consciente de mi unidad con Dios y el poder de mi naturaleza divina. Estoy lleno del amor por otros y honrado por las oportunidades de servir.

Vivir partiendo de mi poder divino me alinea con los aspectos más elevados de mí mismo. Quién soy es más importante que lo que hago. Oro para que, como Jesús, el poder de mi presencia traiga amor divino y curación a otros.