Las ideas divinas siempre me aguardan. Para conocer la mente de Dios como si fuese la mía he de abrir y elevar mis pensamientos. Con voluntad, creo un puente entre este mundo exterior de las formas y el mundo interior del espíritu con un solo pensamiento divino. En una conciencia de unidad afirmo: Estoy dispuesto a permitir que las ideas divinas fluyan hacia mí y a través de mí.

Fomento y reconozco mi creciente receptividad y me convierto en un canal para la inspiración creativa. Esta inspiración llena mi conciencia y hace que atraiga hacia mí las cualidades espirituales de la imaginación creativa y el genio. Ideas originales y audaces surgen con facilidad a medida que la energía de la imaginación fluye dentro de mí.