La frase “nada está nunca perdido en el Espíritu” no está limitada a los objetos físicos. Cuando alineo mi corazón y mente con el poder sanador y renovador de Dios en mí, me encuentro restaurado emocionalmente. Mi corazón es consolado y sanado.

El profeta Joel proclamó este mensaje divino: “Yo les compensaré a ustedes los años que perdieron a causa de la plaga de la langosta”. Cualquier pérdida que pueda haber sufrido en el pasado es restaurada a medida que me alineo—emocional y físicamente— con la vida divina.

¡Dios es mi fuente! Recupero en amor y energía positiva el tiempo que de otro modo hubiera perdido en negatividad. Yo soy sanado una vez más cuando acepto mi verdadera identidad como una expresión espiritual.