El gozo es parte de mi identidad divina, la canción de mi corazón. Vivo con el júbilo profundo que proviene de Dios. El gozo llena todo mi ser, y mi corazón se desborda de paz y bienestar. Si no me siento alegre, me conecto de nuevo al gozo reconociendo que es parte de mí ser, siempre está en mí. Estoy listo para experimentarlo.

La oración, la meditación y la práctica de la gratitud hacen que me abra para recibir el gozo infinito de Dios. Recuerdo a personas, lugares y experiencias que me llenan de alegría.

Al hacerlo, siento que el gozo me llena como el agua de un manantial. Me siento vivo al recordar mis vivencias favoritas y apreciar la belleza de una flor, de un atardecer o de la gente feliz. Cada vez que busco gozo, lo encuentro.