Procedemos de diferentes culturas, razas, etnias y tradiciones de fe. Llamamos a Dios por nombres diferentes o sin nombre alguno. Nuestra conciencia del valor sagrado de cada ser humano nos inspira, y nos unimos en un compromiso para construir un mundo de paz. Con esto en mente, dejo ir cualquier temor o resentimiento hacia aquellos cuya apariencia, costumbres o idioma sean distintos a los míos.

Amplío mi perspectiva para honrar las diferentes creencias religiosas. Abro mi corazón a la presencia de Dios en todas las personas y a la maravillosa diversidad humana. Me comprometo a unir mi voluntad y mis esfuerzos a los de quienes trabajan para establecer y mantener la paz en nuestros hogares, comunidades, naciones y mundo.